26 enero 2007
Caminante hay camino, se hace camino a San Isidro.
Siguiendo los pasos de Renzo, (nuestro guía), un chango de 15 años nacido en Iruya, emprendemos la caminata a San Isidro. Un pueblo de 200 habitantes separado de Iruya por una distancia de 8 km. El sendero nos conduce por las márgenes de Río San Isidro, que baja rápido entre las piedras.
El día está bárbaro. El sol se luce en el cielo despejado y su reflejo ilumina las montañas de distintas tonalidades. El entorno es fantástico.
Durante el trayecto nos encontramos con otros que han emprendido la misma peregrinación.
El silencio, motivo de la fatiga y el cansancio, es el estado ideal para darle un homenaje a la naturaleza.
Luego de dos horas de interminables pasos entre las piedras y de haber cruzado el canal de agua en más de veinte oportunidades, llegamos a destino.
San Isidro, como nos habían comentado, es un pequeño poblado ubicado en la ladera de la montaña. Las casas de piedra y adobe se distribuyen de forma irregular sobre el terreno árido.
La calma es el factor común que reina y conduce las vidas del lugar.
Magallanes.
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El día está bárbaro. El sol se luce en el cielo despejado y su reflejo ilumina las montañas de distintas tonalidades. El entorno es fantástico.
Durante el trayecto nos encontramos con otros que han emprendido la misma peregrinación.
El silencio, motivo de la fatiga y el cansancio, es el estado ideal para darle un homenaje a la naturaleza.
Luego de dos horas de interminables pasos entre las piedras y de haber cruzado el canal de agua en más de veinte oportunidades, llegamos a destino.
San Isidro, como nos habían comentado, es un pequeño poblado ubicado en la ladera de la montaña. Las casas de piedra y adobe se distribuyen de forma irregular sobre el terreno árido.
La calma es el factor común que reina y conduce las vidas del lugar.
Magallanes.