06 febrero 2007
De vuelta al pago.
Auspician las "Crònicas Apunadas", "Coca y Bica" el sabor del verano Norteño.
Estoy sentado en el asiento del último bondi que tomé en Jujuy y que me va a trasladar, sin escalas, hasta la terminal de Retiro. Mientras voy llegando al final de "El Alquimista", uno de las libros que me hizo compañia durante el viaje, y que por cierto lo hizo más ameno, detengo la lectura por unos minutos e intento dormir un poco. Cierro los ojos y al instante se me vienen a la mente una serie de vivencias tan próximas, que parecen estar sucediendo ahora. De manera desordenada veo imágenes de mi periplo que está acabando. Son muestras de lo vivido, de lo nuevo, de lo conocido y de los conocidos. De los lugares, de lo recorrido, y de lo disfrutado.
Son tantas y tan intensas las sensaciones que experimenté que al entrar en la memoria me parece estar en un sube y baja de emociones inexplicables.
Antes de poner fin a esta serie de realtos sobre mi viaje, más conocidos como "Las crónicas apunadas de Magallanes", les voy a agradecer a todos los que me acompañaron en este tiempo: A Paul Auster por su "Invención de la realidad, a Brian and Richard (mis amigos irlandeses), al 92, a la Balcarce, A Ariel, a Andre, a Seba, a Perla, a Eze y a Cele por el aguante. A las Psicólogas, al Alquimista por descubrir el Amor Veneris, a las Rosarinas, a los pibes del camping, al Flaco y a Alba por las charlas filosóficas, a los Brazucas por pedalear sin parar, a Don Ricardo Vilca, a "Río Arriba", que me enseño el camino, a mi familia, a Lucas y a Santi... en fin a todos los que sabiéndolo o no compartieron este viaje conmigo.
Me despido así y pongo punto final al trip norteño. Espero sigamos encontrándonos en otros viajes reales o imaginarios, eso es lo de menos, lo que importa es viajar.
Magallanes.
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Estoy sentado en el asiento del último bondi que tomé en Jujuy y que me va a trasladar, sin escalas, hasta la terminal de Retiro. Mientras voy llegando al final de "El Alquimista", uno de las libros que me hizo compañia durante el viaje, y que por cierto lo hizo más ameno, detengo la lectura por unos minutos e intento dormir un poco. Cierro los ojos y al instante se me vienen a la mente una serie de vivencias tan próximas, que parecen estar sucediendo ahora. De manera desordenada veo imágenes de mi periplo que está acabando. Son muestras de lo vivido, de lo nuevo, de lo conocido y de los conocidos. De los lugares, de lo recorrido, y de lo disfrutado.
Son tantas y tan intensas las sensaciones que experimenté que al entrar en la memoria me parece estar en un sube y baja de emociones inexplicables.
Antes de poner fin a esta serie de realtos sobre mi viaje, más conocidos como "Las crónicas apunadas de Magallanes", les voy a agradecer a todos los que me acompañaron en este tiempo: A Paul Auster por su "Invención de la realidad, a Brian and Richard (mis amigos irlandeses), al 92, a la Balcarce, A Ariel, a Andre, a Seba, a Perla, a Eze y a Cele por el aguante. A las Psicólogas, al Alquimista por descubrir el Amor Veneris, a las Rosarinas, a los pibes del camping, al Flaco y a Alba por las charlas filosóficas, a los Brazucas por pedalear sin parar, a Don Ricardo Vilca, a "Río Arriba", que me enseño el camino, a mi familia, a Lucas y a Santi... en fin a todos los que sabiéndolo o no compartieron este viaje conmigo.
Me despido así y pongo punto final al trip norteño. Espero sigamos encontrándonos en otros viajes reales o imaginarios, eso es lo de menos, lo que importa es viajar.
Magallanes.
