14 octubre 2006
Miriam Lewin dixit
Acá les dejo la desgrabación de, según mi opinión, lo más importante de la charla con Miriam Lewin.
Aunque si desconfían tienen el fin de semana largo para escuchar la grabación.
Saludos,
Ariel
La entrevista es una de las actividades del periodista que más desafíos impone, donde más se nota la habilidad del profesional, donde más se nota la formación del periodista, y que más requiere una conexión con el otro. Esa conexión con el otro tiene que ver, no solamente con lo profesional sino que requiere una actitud humana o personal. Hay que dejarse sorprender. Una vez que uno pierde la capacidad de asombro frente a lo que otro va a responder, uno está frito, perdió el espíritu o la pasión que hace que una entrevista tenga lo que tiene que tener. Si nosotros nos ponemos a analizar las diferentes entrevistas que salen en gráfica vamos a poder percibir las diferentes actitudes que tienen los periodistas con respecto a la entrevista.
La entrevista tiene algunos peligros: en principio, hay distintos tipos de entrevista. Está la nota que uno hace puntualmente para obtener una respuesta en particular. Pero uno también puede elegir sentarse con un entrevistado y elegirlo para que el tipo revele cuestiones de su historia o de su personalidad que no son muy conocidas, o que las revele de una manera distinta. Es muy triste y muy enojoso leer entrevistas donde parece que el entrevistado tiene un cassette y siempre contesta lo mismo. En ese caso uno se pregunta que le pasó al entrevistador que no supo articular una relación distinta con el entrevistado. Para llegar a una entrevista hay que estar muy bien informado. Pero tampoco hay que estar sobreinformado, o ,por lo menos, no hay que revelarlo en la pregunta. Ese es uno de los desafíos: lograr que el entrevistado diga lo que uno necesita que diga sin que parezca forzado. La propia actitud del entrevistado te va generando la forma de preguntar. La primera receta es que el periodista no lleve las preguntas escritas sino que lleve un punteo, nunca leer las preguntas. Esto le quita espontaneidad a la entrevista. Básicamente, se trata de que el periodista vaya a la entrevista con una serie de temas y tener la cabeza y los oídos bien abiertos, y tratar de generar en la entrevista un clima relajado. Generar un buen clima significa relajarse y estar preparado para cualquier cosa porque hay gente jodida en la relación con el entrevistador. Cuanto más uno se relaja y escucha al otro, mejor sale la entrevista. Ese es el mayor de los desafíos: poder lograr que el entrevistado se suelte. Y uno de los mayores triunfos es lograr que el entrevistado termine diciendote “la verdad, no se porque te estoy contando esto” o “esto nunca lo había contado”.
Con respecto a las fuentes, no hay que tener una fe ciega en lo que publicaron otros colegas antes, sobre todo cuando los temas son complejos.
Hay que tratar de generar, con la pregunta, un espacio para que el entrevistado hable. No hay que poner palabras en la boca del otro ni debe estar la respuesta contenida en la pregunta. Eso es un síntoma de mal periodismo. Tampoco el periodista debe dar la impresión de que el entrevistado no puede contarnos nada nuevo. La mejor posición es la de una “ingenuidad informada”. Es decir, vos sabés lo que el entrevistado va a responder pero haces de cuenta que no lo sabés para que te lo cuente.
Cortar una entrevista es uno de los peores momentos. En general, un momento apropiado para hacerlo es cuando el entrevistado va a cambiar de tema. Hay personas que tienden a enganchar un tema con otro, entonces cuando termina de contar algo y el periodista se da cuenta que la nota se esta abriendo o está tomando otro rumbo, aún si éste es interesante, es mejor cortarlo con una pequeña pregunta o un comentario para que la entrevista se redireccione y que el entrevistado entienda que la manija la tiene el periodista.
Cuando se hace periodismo de investigación, la entrevista tiene como objetivo hacer trastabillar al entrevistado, en cuyo caso uno tiene que ir muy bien documentado y tiene que tener, siempre, como recurso esa información que no puede ser rebatida nunca. Algo que ya está probado judicialmente o que el periodista pudo probar. Algo que lo descoloque. Ese es otro género de entrevista. En ese caso no se trata de hacer sentir cómodo al entrevistado, sino todo lo contrario. Sin que esto signifique que el periodista sea agresivo. Lo más demoledor no es el tono de voz, que tiene que ser muy sereno, muy seguro, firme pero no agresivo. Porque cuanto más agresivo se torna el periodista se produce un fenómeno de identificación con el más débil. Lo realmente demoledor es la información, para que el entrevistado no sepa qué contestar.
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Aunque si desconfían tienen el fin de semana largo para escuchar la grabación.
Saludos,
Ariel
La entrevista es una de las actividades del periodista que más desafíos impone, donde más se nota la habilidad del profesional, donde más se nota la formación del periodista, y que más requiere una conexión con el otro. Esa conexión con el otro tiene que ver, no solamente con lo profesional sino que requiere una actitud humana o personal. Hay que dejarse sorprender. Una vez que uno pierde la capacidad de asombro frente a lo que otro va a responder, uno está frito, perdió el espíritu o la pasión que hace que una entrevista tenga lo que tiene que tener. Si nosotros nos ponemos a analizar las diferentes entrevistas que salen en gráfica vamos a poder percibir las diferentes actitudes que tienen los periodistas con respecto a la entrevista.
La entrevista tiene algunos peligros: en principio, hay distintos tipos de entrevista. Está la nota que uno hace puntualmente para obtener una respuesta en particular. Pero uno también puede elegir sentarse con un entrevistado y elegirlo para que el tipo revele cuestiones de su historia o de su personalidad que no son muy conocidas, o que las revele de una manera distinta. Es muy triste y muy enojoso leer entrevistas donde parece que el entrevistado tiene un cassette y siempre contesta lo mismo. En ese caso uno se pregunta que le pasó al entrevistador que no supo articular una relación distinta con el entrevistado. Para llegar a una entrevista hay que estar muy bien informado. Pero tampoco hay que estar sobreinformado, o ,por lo menos, no hay que revelarlo en la pregunta. Ese es uno de los desafíos: lograr que el entrevistado diga lo que uno necesita que diga sin que parezca forzado. La propia actitud del entrevistado te va generando la forma de preguntar. La primera receta es que el periodista no lleve las preguntas escritas sino que lleve un punteo, nunca leer las preguntas. Esto le quita espontaneidad a la entrevista. Básicamente, se trata de que el periodista vaya a la entrevista con una serie de temas y tener la cabeza y los oídos bien abiertos, y tratar de generar en la entrevista un clima relajado. Generar un buen clima significa relajarse y estar preparado para cualquier cosa porque hay gente jodida en la relación con el entrevistador. Cuanto más uno se relaja y escucha al otro, mejor sale la entrevista. Ese es el mayor de los desafíos: poder lograr que el entrevistado se suelte. Y uno de los mayores triunfos es lograr que el entrevistado termine diciendote “la verdad, no se porque te estoy contando esto” o “esto nunca lo había contado”.
Con respecto a las fuentes, no hay que tener una fe ciega en lo que publicaron otros colegas antes, sobre todo cuando los temas son complejos.
Hay que tratar de generar, con la pregunta, un espacio para que el entrevistado hable. No hay que poner palabras en la boca del otro ni debe estar la respuesta contenida en la pregunta. Eso es un síntoma de mal periodismo. Tampoco el periodista debe dar la impresión de que el entrevistado no puede contarnos nada nuevo. La mejor posición es la de una “ingenuidad informada”. Es decir, vos sabés lo que el entrevistado va a responder pero haces de cuenta que no lo sabés para que te lo cuente.
Cortar una entrevista es uno de los peores momentos. En general, un momento apropiado para hacerlo es cuando el entrevistado va a cambiar de tema. Hay personas que tienden a enganchar un tema con otro, entonces cuando termina de contar algo y el periodista se da cuenta que la nota se esta abriendo o está tomando otro rumbo, aún si éste es interesante, es mejor cortarlo con una pequeña pregunta o un comentario para que la entrevista se redireccione y que el entrevistado entienda que la manija la tiene el periodista.
Cuando se hace periodismo de investigación, la entrevista tiene como objetivo hacer trastabillar al entrevistado, en cuyo caso uno tiene que ir muy bien documentado y tiene que tener, siempre, como recurso esa información que no puede ser rebatida nunca. Algo que ya está probado judicialmente o que el periodista pudo probar. Algo que lo descoloque. Ese es otro género de entrevista. En ese caso no se trata de hacer sentir cómodo al entrevistado, sino todo lo contrario. Sin que esto signifique que el periodista sea agresivo. Lo más demoledor no es el tono de voz, que tiene que ser muy sereno, muy seguro, firme pero no agresivo. Porque cuanto más agresivo se torna el periodista se produce un fenómeno de identificación con el más débil. Lo realmente demoledor es la información, para que el entrevistado no sepa qué contestar.